miércoles, 25 de septiembre de 2013

La Voz de Galicia: El Camino de Santiago: Etapa 1: O Acebo- A Fonsagrada.El pueblo perdido donde tiene calle Lenin


O Acebo-A Fonsagrada

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El Lugar de O Acevo. Foto: c


El Primitivo entra en Galicia por el alto do Acebo, a 1.100 metros sobre el nivel del mar, en medio de vistas esplendorosas que demuestran aquella imagen tradicional que hablaba de un país de montañas viejas, suaves y redondas.
Los peregrinos que han iniciado Camino en Asturias se topan en la frontera con un cambio. Las vieiras utilizadas como indicadores de la ruta cambian. Si hasta ahora era la parte estrecha la que señalaba por donde hay que seguir, ahora es la parte ancha, la de las rayas, la que decreta por donde hay que ir. Gallegos y asturianos pueden ser, como reza el dicho popular, primos-hermanos, pero a veces cuesta mucho ponerles de acuerdo. Para desgracia de los peregrinos, que pueden sentir cierta confusión, al menos en los primeros kilómetros del recorrido en Galicia.
Los peregrinos que van a hacer solo la parte gallega del más antiguo de los Caminos suelen comenzar a andar en la minúscula localidad de O Acebo (a 1.032 metros de altura). La forma más sencilla de llegar aquí es por taxi desde A Fonsagrada o desde Grandas de Salime, en Asturias. Ambas localidades no están enlazadas por transporte público.

La etapa (14 kilómetros)

En O Acebo hay un bar-tienda de horario y precios variables. Allí los peregrinos que inicien Camino pueden estampar su primer sello en la credencial necesaria para dormir en los albergues. Y los que vengan de Asturias pueden reponer fuerzas tras la larga ascensión al Acebo.
El Primitivo abandona O Acebo por las proximidades del bar. Por una amplia pista de tierra que evita al peregrino transitar por la carretera que une Asturias con A Fonsagrada. Al iniciar esta senda hay un panel que muestra los principales recursos turísticos de este concello, el más grande de Galicia, un lugar con mucha historia jacobea, que ofrece todos los servicios que necesita el caminante, que transita ahora por un tramo en el que se aprecian buenas vistas a un valle profundo y al monte poblado por pinos por el que se empieza a andar e Galicia.
El primer lugar que el peregrino visita tras el bar O Acebo es Cabreira, una aldea sin servicios donde aparece una nueva concha-mojón. El camino sigue a la izquierda de la ya más que familiar carretera, que acompañó a los caminantes desde la última etapa asturiana y renombrada como LU-701 desde el cruce de la frontera.

La huella jacobea de Fonfría

Los pasos del peregrino lo llevan hasta Fonfría, un lugar con historia jacobea y pasado castrexo (la civilización que existía en Galicia antes de su romanización). Cuenta con una iglesia, cementerio, edificios de piedra -con los característicos tejados de pizarra de la provincia- pero sin servicios para el peregrino más allá de la fuente que da nombre a Fonfría, que sigue manando. Un cartel de pizarra anuncia su presencia a la derecha de la ruta.
A pesar de cierta confusión con las señales -hay un mojón en el lado derecho de la carretera- flechas amarillas y conchas en las casas impiden al peregrino, que transita por sendero y pista asfaltada, perderse.
Al abandonar Fonfría el peregrino se topa con una advertencia, debe caminar por la carretera, poco transitada, pero peligrosa. Por suerte hay un pequeño sendero de piedra y tierra. Y el tramo dura poco. El Camino vuelve justo después del letrero que anuncia el fin del lugar. Una concha y varias flechas amarillas anuncian el desvío a mano izquierda. Un letrero de madera da más información: anuncia la presencia de un mesón, Os Catro Ventos, a un kilómetro.
Se trata de un típico camino de vacas. Ancho. No asfaltado. Suave. Bastante llano. Por momentos rodeado de árboles. De los que gustan al peregrino. Y más si ofrece al final el premio de un café, un refresco o una comida. El tramo es una pequeña delicia.
Con el mojón del punto kilométrico 165,990 los dueños del mesón vuelven a recordar -vía cartel- la proximidad del establecimiento: prometen 500 metros. Y cumplen.
El descenso -también suave- devuelve al peregrino a la carretera. Debe cruzarla. Para seguir Camino o para tomar algo en el prometido mesón, un caserón de piedra y tejado de pizarra que exhibe como reclamo dos figuras jacobeas: sendos peregrinos a pie y en bicicleta.

El refugio de Os Catro Ventos

Os Catro ventos es un restaurante con buena reputación entre los que recorren la ruta. Presumen de sus carnes a la parrilla, sus platos de caza -en temporada- y sus postres caseros. Dan comidas de 13 a 16 horas y de 21.00 a 23.30. Se puede reservar (teléfonos: +34 982 340 151 y +34 639 267 969). Cierra los martes por la tarde. Como bar, de lunes a viernes está abierto de 10 a 23 horas. Los fines de semana de 10.30 a 23.30.
Decida continuar o parar, el Camino continúa a la derecha del asfalto. Por un sendero señalizado por un cartel y un nuevo mojón. Las vistas siguen siendo impresionantes. El tránsito por este tramo conduce a un nuevo lugar: Silvela, otra aldea sin servicios. Toca cruzar la carretera. Quedan 4 kilómetros para A Fonsagrada, dice un cartel.
Se recorren los primeros metros hacia la villa por un sendero situado a la izquierda de la LU-710.  Se acerca y aleja de la carretera. Y los mojones vigilan que el peregrino no tenga dudas cuando se cruzan con pistas en apariencia más atractivas que este trozo de Camino.

La falsa encrucijada de Paradanova

El caminante sigue la vía protegido por una valla del asfalto. Llega a Paradanova, una localidad que dista solo un kilómetro por carretera de A Fonsagrada. Tiene una pequeña capilla. Y una fuente como la de Fonfría. Tradicionalmente era un lugar donde el peregrino tenía que decidir. Había dos opciones: dirigirse a la villa o escoger la alternativa con más encanto, pero que lo condena a quedarse sin servicios de casi ningún tipo hasta Paradavella, 17 kilómetros más allá: tomar la variante que pasa por Pobra do Burón, hasta el siglo XIV capital municipal de un municipio que se extendía por tierras asturianas y gallegas, un lugar hoy en decadencia, pero repleto de historia jacobea. Llegó a tener cuatro hospitales. Y un castillo.
Hoy la señalización sobre el terreno no le ofrece ninguna alternativa al caminante. Le indica que debe dejar atrás esta aldea, también sin servicios,y cruzar otra vez la carretera. Ya se ve A Fonsagrada en lo alto. Hacia allí camina. Queda un kilómetro de subida  que por suerte no hay que hacer por carretera. Tras cruzar esta, se abre una pista de tierra a mano derecha.
Arranca empinada. Entre árboles. Luego dosifica su dureza. Pero el ascenso es constante. No hay conchas. Tampoco flechas, pero el peregrino no tiene perdida posible.
Tras dejar unas colmenas a mano izquierda -indicada su ubicación por un oportuno cartel y protegido el acceso al recinto por un somier-puerta (una práctica bastante habitual en el rural gallego) el peregrino sigue subiendo. Pero ya no está en la soledad de O Acebo. Jalonan su paso una factoría maderera y un par de naves. Llega a una encrucijada, aparentemente no señalizada. Hasta qué topa con un mojón algo escondido. Este indica que toca un tramo de asfalto, pero no por la carretera de siempre, sino por una secundaria bien arropada por vegetación autóctona.
Llega un nuevo cruce. Y un lío para el peregrino. Flechas amarillas indican que es posible coger dos direcciones. La carretera se bifurca. A la vista están el instituto y el polideportivo de A Fonsagrada. ¿Cuál elegir? Pues las dos le llevan a la villa. A la derecha un oportuno mojón con flecha amarilla debería disipar las dudas. No lo hace.
Vistas desde A Fonsagrada
Panoramica desde a Fonsagrada. Foto Manuel Parras
A Fonsagrada
De cualquier manera el peregrino se acerca a A Fonsagrada. Y un cartel a mano izquierda lo invita a tomar pulpo. Un mesón anuncia en la pared de un edificio esta tradicional y apreciada vianda del mar. Y un poco más adelante una vieira confirma que los pasos dados no han sido en balde. El peregrino está en el buen Camino.
Solo unos metros más allá se divisa, ya en el núcleo de A Fonsagrada, la pensión Manolo, también restaurante. Tiene menú del peregrino anunciado en la puerta. Y poco después está la pulpeira O Caldeira. Es la calle Burón. Ya está en el centro de la villa. A un paso de la Casa do Concello y de todos los servicios de los que no pudo disfrutar desde que antes de cruzar la frontera con Asturias. Tiene a su disposición farmacias, restaurantes, bares, alojamientos, un centro médico y tiendas. El albergue público queda fuera del centro, a un kilómetro y medio cuesta abajo, en el núcleo de San Xoán de Padrón. Conviene tenerlo en cuenta a la hora de hacer planes de aprovisionamiento.

La variante por Pobra do Burón

A simple vista, no le resultará fácil al peregrino dirigirse a A Pobra do Burón. El que fue antiguamente lugar más poderoso de la montaña está olvidado por la señalización. Pero la ruta que lleva hacia sus ruinas es oficial. Lo reconoce la delimitación efectuada por la Xunta. También es espectacular. Lo dicen los peregrinos que la han realizado aún a costa de quedarse sin los servicios de A Fonsagrada.
¿Cómo dirigirse hacia allí? Pues por donde ahora las conchas señalizan la ruta desde Paradanova hacia la capital municipal, es decir, cruzando la LU-630 y subiendo por una pista hasta llegar a un aserradero. A Fonsagrada se ve a la izquierda. Desde el cruce con la carretera que lleva hacia el norte a los núcleos de Candaido y de Lidín el Camino sigue hacia el noroeste, por un paisaje dominado por la vegetación autóctona, cada vez más cerrado. El peregrino transita, sin apenas indicadores, por una congostra (la traducción al castellano convierte esta preciosa palabra en «camino estrecho rodeado por piedras») que atraviesa un bosque de carballos y abedules.
Al fondo del valle debe cruzar el río da Pobra. Y después emprender un suave ascenso haia el núcleo. ¿Qué se encontrará? Pues el entorno natural de esta variante es sobresaliente;  el estado del Camino, deficiente; y Pobra do Burón, un lugar fascinante, apenas la sombra de lo que fue, pero que sorprende al peregrino con los restos de su esplendor.
Restos del castillo de A Pobra do Burón
A Pobra de Burón. Foto: Manuel Marras
Del castillo queda una torre. De su pasado jacobeo, los restos del hospital de A Trinidade. Sí conserva su iglesia, un templo dedicado a Santa María Magdalena, y una capilla dedicada a San José. También exhibe un curioso callejero. A la entrada del pueblo está la plaza de Mao Tse Tung. Y hay vías nombradas en honor a Lenin, al Mariscal Zukov y a Igor Stravinski. Es parte del legado de Enrique Fernández, un vecino benefactor y con mucha iniciativa que intentó que Pobra do Burón saliera de su histórico letargo.
En este singular enclave, que fue escenario del rodaje de la historia del hombre lobo Romasanta (película discreta de Paco Plaza con la famosa Elsa Pataky en el reparto) no hay servicios para el peregrino. Si ha elegido esta variante deberá volver a A Fonsagrada para buscar alojamiento y provisiones. O tal vez puede desplazarse al cercano establecimiento rural llamado A Casa da Bastida. Es una antigua casa de labranza muy antigua reconvertida en apartamentos rurales. Los teléfonos de contacto son  (+34) 982 340 438 y (+34) 692 247 69.

Desde Pobra do Burón a Hospital de Montouto

El Primitivo no vuelve hacia A Fonsagrada desde Pobra de Burón. Sigue Camino, en lo que sería una nueva etapa, equivalente a la que va de la capital municipal hasta O Cádavo, hacia el suroeste. La ruta pasa por Xestoso de Riba -otro núcleo sin servicios y que tiene el único tramo de asfalto hasta Hospital de Montouto-, supera los altos de Xestoso y Carballal y desciende por la ladera este de la Serra do Hospital hasta el lugar donde se reúnen las dos variantes del Primitivo a su paso por el concello de A Fonsagrada. Es un trayecto duro. Y la señalización no es perfecta. Es posible perderse. ¿Quién dijo que el Camino no era una aventura? Pues aquí, en la variante por Pobra do Burón, tienen la prueba de lo contrario.

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